martes, 10 de mayo de 2011

Ponerte los cascos...

Ponerte los cascos, taponar por unos segundos las ideas alocadas que te grita ya no sólo tu cerebro, si no esta vez también el corazón.
De repente te das cuenta de quién es importante y quién nunca importó. Hasta llegas a pensar en aquellas personas que te dejaron en el camino. Y sonríes, esta vez feliz de saberlo afrontar de una nueva forma. Sonríes porque ya te da simplemente igual lo que el resto piense de cómo actúas. Ahora es cuando te das cuenta de quién es capaz de sacar lo mejor de ti. Simplemente aprendes de todos los millones de errores que cometiste. Con un simple gesto descubres que eres capaz de situar tu estado de ánimo. Aprendes a cambiar los problemas por la suerte. Decides ser quien eres, y pensar que a quien no le guste que no mire. Por una vez no te sientes egoísta por pensar sólo en ti y no en el resto. ¿Qué piensan que sólo eres una niña? ¡Qué lo piensen! Hoy no importa el resto, hoy aprendes a vivir sin ellos. Y con tantas cosas improbables...¿Qué más da que los demás digan que no existe la felicidad? Si no, mira el mundo, ¿quién iba a pensar que existiría el titanic? ¿quién pensó que llegaríamos a la cumbre más alta del mundo? Dime entonces quién pensó todo eso, y entonces podré creer en todas esas tonterías que dicen acerca de algo que suelen llamar felicidad, pero que todavía dicen que no han encontrado.
Entonces , en ese momento; caes en la cuenta de que esos cascos mezclados con una música que simplemente ya no escuchas; no es capaz de hacer callar tus pensamientos. Y sonríes, de nuevo; porque ha pasado algo que involuntariamente si querías.

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